ActualidadArticulo

La Insensatez de la Impaciencia

La Insensatez de la Impaciencia
32views

Mientras realizo mis caminatas diarias con mi perro, no puedo evitar reflexionar sobre cómo hemos construido un mundo que nos aleja cada vez más de los ritmos naturales. Vivimos en la era de la inmediatez: la comida llega en minutos, las respuestas las obtenemos en segundos mediante inteligencia artificial, y hasta hemos dejado de ejercitar nuestra memoria porque todo está a un clic de distancia. Pareciera que el éxito se mide únicamente por la velocidad, y en medio de esta carrera, me pregunto: ¿qué lugar ocupa la paciencia en nuestras vidas?

Como médico, he llegado a entender la impaciencia como la incapacidad para tolerar la espera, la incertidumbre o los procesos naturales. No es siempre negativa; a veces actúa como motor de acción. Pero cuando se convierte en la guía de nuestras decisiones, nos conduce directamente a la insensatez. La impaciencia se disfraza de eficiencia, pero en realidad puede ser uno de los errores más costosos que cometemos, tanto en la vida como en la salud.

¿Por qué digo que es insensata? Porque desconoce los ritmos naturales de la vida y los procesos necesarios para desarrollar capacidades genuinas. Promueve decisiones impulsivas guiadas por la urgencia de ser el primero, genera frustración innecesaria cuando las expectativas no se cumplen y, lo que es peor, puede arruinar algo valioso por no permitir que madure paso a paso. La impaciencia nos aleja de la realidad y de nosotros mismos; nos hace querer controlar lo incontrolable y acelerar lo que solo florece con tiempo.

En mi práctica como ginecólogo, veo a diario cómo la impaciencia afecta la salud de mis pacientes. El embarazo, por ejemplo, requiere nueve meses para llegar a término, pero la ansiedad por «terminar antes» ha impulsado una cultura de cesáreas programadas e inducciones innecesarias, aumentando los riesgos para madre e hijo. La recuperación postquirúrgica exige reposo, pero muchas pacientes, por impaciencia, retoman actividades antes de tiempo y terminan con complicaciones evitables. El ciclo menstrual y hormonal responde a mecanismos complejos que requieren meses de ajuste, y pretender que se solucionen de la noche a la mañana es desconocer la naturaleza misma del cuerpo. Incluso en fertilidad, las parejas que buscan un embarazo quieren resultados desde el primer intento, y cada mes sin lograrlo se vive como un fracaso, generando ansiedad y llevando, en ocasiones, a intervenciones prematuras.

Frente a esto, he aprendido que esperar no es rendirse; es resistir con sabiduría. La paciencia no es pasividad, sino una forma de inteligencia emocional y estratégica. Las cosas más valiosas de la vida—un embarazo saludable, una recuperación exitosa, un proyecto personal—se construyen con tiempo, constancia y calma. La impaciencia es, en el fondo, una forma de arrogancia: la creencia de que el mundo debe seguir nuestro ritmo. La paciencia, en cambio, es humildad: aceptar que todo llega cuando debe llegar, y que no somos dueños del reloj de la vida.

Mientras termino mi caminata y veo a mi perro disfrutar sin apuros del momento, recuerdo que la vida y la salud no están hechas de inmediatez. La prisa puede ser útil en lo trivial, pero en lo esencial, se convierte en un error. En medicina, como en la vida, la verdadera sensatez está en acompañar los procesos, no en forzarlos.

Dr. Ariel Leonor

Médico Obstetra Ginecólogo

Leave a Response

X