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El dosímetro: el guardián invisible del personal de radiología

El dosímetro: el guardián invisible del personal de radiología
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En el mundo de la radiología, donde los rayos X y otras formas de radiación ionizante se utilizan a diario para salvar vidas, existe un pequeño dispositivo que cumple una misión silenciosa pero vital: el dosímetro. Este diminuto aparato, que suele llevarse en el pecho o en la ropa del técnico o médico, funciona como un “testigo invisible” que registra la cantidad de radiación a la que una persona ha estado expuesta. Su papel es tan discreto como indispensable.

 Un poco de historia

La historia del dosímetro comienza junto a la propia historia de los rayos X. Tras el descubrimiento de Wilhelm Conrad Röntgen en 1895, los primeros profesionales de la radiología trabajaban sin protección ni control. No tardaron en aparecer los primeros casos de quemaduras, lesiones cutáneas y enfermedades provocadas por la exposición prolongada. Fue entonces cuando surgió la necesidad de medir y controlar la radiación recibida.

Los primeros dosímetros eran rudimentarios: tubos de vidrio con gases que cambiaban de color o medidores fotográficos que requerían ser revelados para conocer el resultado. Hoy, la tecnología ha dado un salto enorme. Existen dosímetros electrónicos digitales, como los inalámbricos, que muestran en tiempo real la dosis acumulada y permiten un monitoreo constante desde una computadora o celular.

Tipos de dosímetros

No todos los dosímetros son iguales. Los más comunes son:

Dosímetros de película: antiguos pero efectivos; usan una película similar a la fotográfica para registrar la exposición.

Dosímetros de termoluminiscencia (TLD): almacenan energía cuando reciben radiación y la liberan en forma de luz al ser calentados.

Dosímetros de luminiscencia ópticamente estimulada (OSL): utilizan cristales especiales que, al ser estimulados con luz láser, emiten una señal luminosa proporcional a la dosis recibida. Son muy precisos, reutilizables y más estables frente a condiciones ambientales.

Dosímetros electrónicos o digitales: los más modernos, ofrecen lecturas inmediatas, almacenamiento de datos y conexión inalámbrica para un seguimiento continuo.

Cada uno cumple la misma función: proteger a quienes protegen la salud.

 Más que un requisito, una cultura de seguridad

En hospitales y centros de diagnóstico, el dosímetro no es un simple accesorio. Es una herramienta de control y responsabilidad. Permite verificar que el personal trabaje dentro de los límites seguros establecidos por las normas internacionales. Además, ayuda a detectar fallas en los equipos o malas prácticas que puedan poner en riesgo al personal o a los pacientes.

Usar el dosímetro correctamente no solo protege la salud del técnico, enfermera o del médico radiólogo, sino que también demuestra el compromiso del centro con la seguridad radiológica. En muchos países, su uso es obligatorio y forma parte de los protocolos de calidad y acreditación hospitalaria.

Una señal de profesionalismo

El dosímetro es, en esencia, un símbolo de profesionalismo y respeto por la ciencia. Representa el equilibrio entre el poder diagnóstico de la radiación y la responsabilidad de usarla con prudencia. En cada lectura, en cada registro, hay una historia de cuidado y conciencia.

 Porque en radiología, la radiación no se ve, no se huele, no se percibe… pero se mide.

 Francis S. Castro

@OndaRadiactiva

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