Dr. Erick Chaer
La profesión más hermosa tiene muchos permisos, por ejemplo, se da el lujo de en el afán de preservar el bien más valioso del ser humano hacer cosas que en el pasado recién eran consideradas profanas (estudiar con cadáveres, hacer vivisecciones, ensayo y error con otros seres vivos), hoy en día nos regimos por códigos, normativas y leyes que nos permiten trazar una línea entre lo moralmente aceptable y lo que no lo es atendiendo a factores más allá de lo sociocultural. En la actualidad aún se nos perdona en el ejercicio el carecer del poder de Dios de la omnipotencia, si un neurocirujano en el ejercicio clínico-quirúrgico pierde la batalla en contra del portador de la güadaña cuenta con el perdón social porque “es muy difícil y noble trabajar sobre ese órgano”, lo mismo que con cualquier otro especialista, se perdona al cirujano, se perdona al internista, pero no se perdona al obstetra.
¿Han escuchado alguna vez a la sociedad empoderada en contra de las “violencias quirúrgicas” “clínicas” o de “emergencias”? ¿Sí?, ¿No?, Probablemente los lectores de este escrito ni familiarizados estén con los conceptos, pero de uno que está en boga en los últimos tiempos sí, “violencia obstétrica”, “mala praxis obstétrica” y “por ahí María se va”, porque entonces no gozamos de los mismos perdones sociales que los demás colegas, por la sencilla razón de que nuestro campo de labor influye directamente sobre estadísticas de interés mundial y que las mismas se sientan sobre las bases de un proceso que aunque fisiológico es dinámico y, que a pesar de los controles, aprendizajes y herramientas de las que se pueda disponer SIEMPRE estará sujeto al azar de factores tanto extrínsecos como intrínsecos del proceso mismo que inicia desde antes de la concepción misma y no culmina hasta pasados los 45 días post-parto. Mientras tanto, todo lo que ocurra en el proceso de gestación es “culpa del obstetra”.
Es culpa del obstetra que no se respete la consejería pre-concepcional y no se acuda en parejas al estudio previo de ambos cuando se tiene deseos genésicos porque en el país no hay una cultura de paternidad responsable. Es culpa del obstetra que la mayoría de las pacientes carezcan de la responsabilidad que implica la asistencia puntual a las citas programadas con el personal sanitario, que por razones socioeconómicas no puedan hacerse las analíticas básicas para el screnning de patologías base, que carezcan de una alimentación balanceada que garantice el buen desarrollo de su gestación y de sí misma, que respondan con violencia y agresiones en la asistencia del nacimiento de sus criaturas y a pesar de ello mantenerse estoicos y serenos ante tales circunstancias. La culpa es del obstetra que carga con la responsabilidad de dar siempre buenos resultados en una sociedad carente del deseo de aprender sobre su sexualidad por tabúes impuestos por el pasado, por continuar prácticas mágico-religiosas que según el saber popular dan mejores resultados. ¿La culpa es de la ignorancia adrede o del obstetra?